Las fiestas de fin de año pueden ser una época alegre, pero también un momento de estrés, especialmente si no se tiene la energía o los recursos para participar en todas las celebraciones. Si bien es fácil dejarse llevar por la idea de tener que estar en todas las reuniones familiares y cumplir con todos los compromisos, es importante recordar que no se trata de estar en todos lados. En lugar de eso, prioriza las reuniones que más disfrutes y limita el tiempo de traslado para evitar el agotamiento. No hay nada de malo en decir no a algunas invitaciones.

El tema de los regalos también puede generar ansiedad, pero es importante recordar que los obsequios son simplemente un gesto simbólico. No es necesario gastar grandes sumas de dinero ni endeudarse para hacer sentir a los demás especiales. Una carta escrita a mano, un detalle hecho por ti mismo o incluso un gesto de cariño pueden tener mucho más valor que algo costoso.

Si en algún momento sientes que el estrés es demasiado o que no puedes con todo, pedir ayuda es una buena opción. Ya sea a un familiar cercano o un amigo, compartir las tareas o pedir un poco de apoyo puede hacer una gran diferencia. Al final, lo que importa es disfrutar de la temporada sin que el estrés arruine la alegría de las fiestas.