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Cultura ambiental: cuidado del agua
El cuidado del agua no requiere transformaciones radicales. A veces, pequeños gestos sostenidos en el tiempo son suficientes para marcar la diferencia. En un país donde cada verano la escasez hídrica se hace más evidente, reducir el consumo en casa es una forma concreta de contribuir al medioambiente y también de ahorrar.
Una de las medidas más efectivas es revisar las filtraciones: una llave que gotea o un estanque que pierde puede desperdiciar cientos de litros al mes. También ayuda reducir el tiempo de la ducha a menos de cinco minutos y cerrar la llave mientras se enjabona o se lava los dientes. Son minutos que suman más de lo que parece.
En la cocina, usar el agua que se emplea para lavar frutas o verduras para regar las plantas es una forma simple de reutilización. Y si se tiene jardín, conviene regar temprano en la mañana o al atardecer, cuando el sol es más suave y la evaporación es menor.
El cambio más importante es, quizás, el hábito: pensar antes de abrir la llave. No se trata de renunciar a la comodidad, sino de incorporar pequeñas rutinas que, multiplicadas por millones de hogares, pueden tener un gran impacto positivo en el país.