Cerrar el año con sentido
Hacer un balance del año no solo es un gesto simbólico: también es una práctica que ayuda a la mente a ordenar experiencias y reducir el estrés. Según especialistas en psicología positiva, cuando se sigue aferrado a lo que preocupa —errores, pendientes o decepciones— el cerebro mantiene activa la respuesta al estrés, impidiendo que aparezcan la calma y la gratitud. Soltar, en cambio, libera espacio mental y emocional.
¿Cómo lograrlo? Una buena forma es anotar tres cosas que se agradecen de este año y tres que conviene dejar atrás. También resulta útil revisar los compromisos: detenerse a pensar en qué actividades, rutinas o relaciones consumen energía sin aportar bienestar, y cuáles sí valen la pena mantener. A veces basta con ajustar el ritmo, decir que no con amabilidad o priorizar lo que realmente importa.
Cerrar el año con sentido no significa olvidar, sino elegir conscientemente qué se queda y qué se va. Porque cuando se deja ir lo que pesa, todo lo que viene se siente más liviano.