Cómo ponerle precio a eso que haces

Si estás pensando en vender lo que cocinas, elaboras o produces, ponerle precio es uno de los pasos más importantes. Muchas personas tienden a fijar un valor “a ojo” o comparando con lo que cobra la competencia, pero para que un emprendimiento sea sostenible, el precio debe considerar todos los costos y el valor del tiempo invertido.

 

Se debe empezar sumando los costos directos: materiales, ingredientes o insumos que se utilizan para crear ese producto o servicio. Luego, incluir los indirectos, como luz, agua, gas, transporte o arriendo de espacio si corresponde. Y no olvidar el valor del trabajo: el tiempo, la experiencia y el esfuerzo que se pone también tienen un precio.

 

Una fórmula simple es: Costo total + margen de ganancia. El margen puede ir desde un 20% hasta un 50%, según el tipo de producto, la demanda y lo que esté dispuesto a pagar el cliente. Si el precio final queda muy alto, hay que revisar si es que se puede optimizar costos o ajustar el formato de lo que se ofrece.

 

Ponerle precio justo a lo que haces no solo asegura que recuperes tu inversión, sino que reconoce el valor de tu trabajo. Cobrar lo correcto también es una forma de cuidar de un negocio.

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